Tegucigalpa, Honduras (03.02.2024). – Hoy, 100 años después de la Guerra Civil de 1924 en Honduras, recordamos a Visitación Padilla como una pionera indiscutible, defensora incansable de los derechos y la voz que resonó en medio de la opresión.
En 1924, Honduras se sumergía en una crisis política que desencadenó una de las guerras civiles más sangrientas de su historia.
La pugna entre el Partido Nacional, liderado por el general Carías Andino, y el Partido Liberal, representado por Policarpo Bonilla y Juan Ángel Arias, desembocó en un conflicto armado marcado por la falta de consenso en el Congreso Nacional y la declaración de dictadura por parte del presidente saliente, Rafael Luis López Gutiérrez.
En este caótico escenario de enfrentamientos y luchas de poder, surgía una figura que se convertiría en un faro de esperanza y resistencia: Visitación Padilla.
La hondureña nació un 2 de julio de 1882 y murió un 12 de febrero 1960, a los 78 años, es decir, que durante la guerra civil de 1924 Padilla tenía 44 años de edad.
Visitación Padilla, nacida en Talanga, se educó bajo la tutela de Guadalupe Reyes, maestra destacada y seguidora de las ideas de Ramón Rosa.
Este contexto marcó el inicio de la formación intelectual y política que le permitiría destacarse en el ambiente de los escritores y escritoras de su tiempo.
Mientras la guerra civil estallaba en 1924, Padilla con inteligencia, ánimo y capacidad, se destacaba como una de las principales dirigentes de los movimientos sociales en Honduras.
Su participación en organizaciones de mujeres por sus derechos, contra la dictadura y la explotación de las tierras, evidenciaba su compromiso con la construcción de una democracia auténtica.
El contexto de la guerra civil de 1924 no solo fue un telón de fondo para la vida de Visitación Padilla, sino también un escenario que influyó en su perspectiva política.
La ocupación de Tegucigalpa por marinos estadounidenses en 1924, bajo el pretexto de la guerra civil, despertó su repudio.
En el «Boletín de la Defensa Nacional,» denunció la afrenta a la soberanía nacional y reveló la verdadera motivación: asegurar las ganancias de la United Fruit Company y proteger los intereses de Estados Unidos en la región. Esta compañía apoyaba en ese entonces a los políticos que se enfrentaban.
La conexión entre la guerra civil y la vida de Visitación Padilla radica en su valiente resistencia ante la ocupación extranjera y su incansable lucha por la justicia y la libertad.
Su participación activa en el Frente Femenino Pro Legalidad, sus escritos en periódicos y revistas, así como su compromiso con la educación y los derechos civiles de las mujeres, la consolidan como un símbolo de la resistencia hondureña.
La obra de Visitación Padilla no solo se limita a su papel como dirigente política. Su legado incluye la fundación de jardines de niños, la creación de la primera Escuela Nocturna para Adultos en beneficio de trabajadoras domésticas, vendedoras ambulantes y amas de casa, y su contribución al proceso formativo del movimiento social hondureño.
La vida y obra de Visitación Padilla continúan siendo fuente de inspiración y ejemplo para las generaciones presentes y futuras, recordándonos que incluso en los momentos más oscuros, la luz de la resistencia y la lucha por la libertad puede brillar con fuerza.
El 12 de febrero de 1960, Tegucigalpa veía apagarse la vida de Visitación, pero su legado perdura como un faro que ilumina el camino hacia una Honduras justa y libre.
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