Tegucigalpa, Honduras (19.04.2025). – Mientras el mundo sigue su curso entre distracciones, comercio y ruido, la Iglesia entra en un profundo silencio este Sábado Santo, un día sin liturgias, sin celebraciones, pero cargado de sentido espiritual y de esperanza contenida.
En el corazón del Triduo Pascual, el Sábado Santo se presenta como el día más silencioso del calendario litúrgico, y sin embargo, uno de los más profundos.
No hay Misas, no se escuchan cantos, no hay procesiones. El altar está desnudo. El mundo parece seguir de largo. Pero para la Iglesia, este día lo dice todo sin decir nada: Dios está en el sepulcro, pero no ausente.
Este silencio no es vacío ni indiferente, sino un silencio sagrado, cargado de oración y contemplación. Es el eco de la tumba de Cristo, el susurro de la esperanza que aún late, el espacio donde se gesta el milagro de la Resurrección.
En declaraciones para este medio, el padre Alexis Melgar, vicario de la Parroquia Santa María Reina, expresó: “Hay tanta bulla en el mundo, ¿verdad? El comercio, la política, otras religiones… y no se han dado cuenta de que el sábado es el momento propicio para meditar lo que ha sucedido”.
En un país como Honduras, donde los desafíos son tan visibles, el Sábado Santo es también una metáfora viva: la fe permanece en pie, aún en la oscuridad.
1. Silencio que habla
El Sábado Santo no ofrece respuestas inmediatas ni consuelo fácil. La Iglesia se asemeja a María: en silencio, pero firme; sin espectáculo, pero llena de fe. En ese silencio se esconde una declaración poderosa: la esperanza no ha muerto.
2. Espera activa
La espera cristiana no es resignación, sino una afirmación radical de fe. Es creer que incluso en el sepulcro, el amor de Dios sigue actuando. Es aguardar, con los ojos cerrados por el dolor, pero el corazón abierto a la luz de la Resurrección.
Hoy, mientras muchos están distraídos, el Sábado Santo nos invita a detenernos. A no temer el silencio. A recordar que, incluso en la noche más oscura, la esperanza respira, silenciosa pero invencible. Porque mañana, la piedra será removida.
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