Tegucigalpa, Honduras (08.04.2025).– El expresidente de Uruguay, José «Pepe» Mujica, envió un emotivo mensaje a través de una carta dirigida a los presidentes de Honduras, Xiomara Castro, de Colombia Gustavo Petro y de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva y a los países de América Latina y el Caribe, en el marco de la IX Cumbre de la CELAC que se celebra en la ciudad de Tegucigalpa.
En su mensaje, Mujica destacó la urgencia de mantener viva la llama de la integración regional y, a sus 90 años, hizo un llamado a no perder el esfuerzo colectivo por un continente unido y solidario, a pesar de las diferencias. «La verdadera fuerza está en nuestra capacidad de caminar juntos».
Cabe mencionar que en la reunión, Honduras hará el traspaso de la presidencia pro témpore a Colombia.
A continuación la misiva completa:
Querida Xiomara, queridos Petro y Lula
Queridos Presidentes de América Latina y el Caribe:
Quiero desearles éxito en el encuentro de la CELAC que llevaran a cabo en la hermosa Honduras, contigo, querida Xiomara, como anfitriona.
A estos importantes encuentros d presidentes los llaman «Cumbre», pero las
cumbres no existirían sin las montañas, y éstas son nuestro pueblo, que no puede estar ajeno a las respuestas que se construyan para enfrentar los desafíos que hoy tenemos como región y como humanidad. Causas que necesitan más que nunca de esfuerzos colectivos.
Si miramos nuestra historia, nos muestra que nuestros paises lograron la independencia política, pero la pagamos con la dependencia económica hasta hoy. Porque la sociedad industrial del mundo nos hizo copia inevitable y ha incidido en la gestación de toda nuestra vida como naciones.
Y es una cosa curiosa, porque desde el río Bravo hasta el estrecho de Magallanes, uno de los espacios más diversos de la Tierra, si hablamos despacio los que habitamos en esa superficie, nos entendemos, más sin embargo, cuando miramos las relaciones comerciales entre nosotros son francamente ridículas, porque emergimos de la independencia negociando con la parte desarrollada del mundo y en esa situación quedamos hasta hoy.
No es inteligente repetir los fracasos del pasado. La innovación no llega solo desde la tecnología, sino también en nuestra manera de actuar, tomando en cuenta todo lo que no pudimos, no quisimos o no supimos hacer.
Deberíamos haberlo aprendido, hay que construir, no imponer.
Hace dos años, querido Lula, te envié una carta para que la compartieras con los presidentes que se reunían en Brasilia en una reunión que denominaste «Retiro».
Allí te decía: «LIevamos dos siglos de fracasos, desde aquel sueño bolivariano
de un conjunto de repúblicas confederadas, que quedó en el tiempo olvidado como preocupación. Tenemos la rica experiencia, para no repetir nuestros mismos errores del pasado».
Hoy las grandes decisiones que mueven al mundo se toman en otras partes, lejos de nuestra mesa. Es necesario construir cercanía en nuestra región para hacernos oír a nivel internacional. Los desafios que tenemos como humanidad necesitan más que nunca esfuerzos colectivos y propuestas innovadoras.
Vivimos en un continente de paz, pero las pestes y las guerras pueden dar la vuelta al mundo en un par de semanas, mientras miles de compatriotas se amontonan en esas mismas fronteras que les impiden buscar un poco de tranquilidad. Depende de la manera en que encaminemos nuestros esfuerzos si
podremos mejorar el devenir de nuestros pueblos.
La integración regional es una meta. El camino, que trasciende los gobiernos y
hasta a nosotros mismos, debe ser la proliferación de proyectos concretos viables de cooperación en la región, Ilevar a los hechos la solidaridad regional.
No es necesario crear instituciones nuevas, ya tenemos las necesarias para trabajar y mostrarle a nuestra gente que el esfuerzo conjunto entre nuestros países mejora su vida. En estos dos años las organizaciones regionales que me han acompañado demostraron que tenemos la capacidad y las herramientas para avanzar, se necesita la voluntad política para que esto sea un proceso y no solamente retórica.
No alcanza con unirnos, debemos caminar juntos, y si en ocasiones no es posible, las puertas deben estar abiertas para salir y para volver cuando sea posible. Debemos ser capaces de construir un consenso progresivo que no nos paralice y que permita avanzar a quienes estén en condiciones y sumar luego a quienes así lo decidan.
Pensamos que se debe mejorar la comunicación entre los presidentes y decisores y hacerla fluida y frecuente, para que frente a problemas concretos hablen con sus pares y vayan construyendo pequeñas cosas que son posibles empezando por las sencillas, para crear una tradición y que nos sirvan para respaldar el trabajo en la opinión pública.
Nuestros representantes en foros internacionales deben llevar posiciones y
propuestas acordadas previamente para dar el mensaje de que somos una región que cuida sus intereses comunes. Que nuestros presidentes incorporen alusiones a la región en cada discurso a nivel nacional e internacional.
Por último, necesitamos crear nuestros símbolos, crear raíces de carácter emocional, porque los intelectuales piensan, pero los pueblos se conducen por emociones, se mueven cuando las ideas las transforman en sentires.
Avanzar en la integración significa, además de poner medios, poner pasión y esperanza
en nuestra gente, ponerle razón y corazón al igual que como se llevaron el oro de Potosí, el mundo que se viene nos demanda materias primas a cambio de productos con valor agregado y por el otro busca someternos a sus normas y protocolos. Hoy no tenemos donde discutir colectivamente estas cosas, que no son cuestiones de izquierda o derecha, sino de ser o no ser como región en el concierto internacional.
Sabemos que nada de esto resuelve nuestros problemas, pero pueden ser apenas pequeños pasos para empezar a construir nuestra integración. Ser víctimas del reordenamiento rápido y duro de las fuerzas internacionales o no serlo. En buena parte, todo depende de las capacidades que juntos tengamos para hacernos escuchar en el mundo. Hoy, no hay tarea más grande delante de nosotros.
Te toca, querido Petro, liderar por un año esta oportunidad que representa nuestra «Comunidad» de América Latina y el Caribe, consciente de que el problema de la integración está presente en la deuda social que tenemos en nuestro continente.
A mis 90 años, si perdiera la capacidad de soñar en una América distinta, no sé qué sentido tendría la vida.
Queridos amigos, ustedes me tienen que perdonar porque yo estoy al final de mi partido, y es por eso que les pido que no abandonen el esfuerzo por la unidad de nuestro continente, que no dejen apagar la llama de la integración y solidaridad regional, que acepten las diferencias pero que ellas no impidan sumar nuestras voces y crear así una mucho más potente.
Con los mejores deseos para todos los participantes, les envío un abrazo
fraternal, su amigo y compañero.
Pepe
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