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Sucesión del papa Francisco: la Ultraderecha y el Sur Global en la disputa vaticana

Redacción teleSUR (23.04.2025).– El humo blanco que sale encima de la Capilla Sixtina es sólo el final de largas jornadas de deliberaciones, lealtades y traiciones, donde se entrecruzan órdenes religiosas, tradiciones, pensamientos y la geopolítica internacional.

En este marco, la disputa que define el liderazgo de la Iglesia Católica a nivel mundial tiene como protagonistas este 2025 a los herederos del legado progresista de Bergoglio y los sectores conservadores que buscan recuperar el control. América Latina, África y la ultraderecha global observan con tensión.

El cónclave, previsto para los próximos días, será un termómetro del peso real de Francisco en la estructura eclesial. Pese a que el 80 % de los cardenales electores fueron nombrados por él, los análisis especializados ponen en duda que el ala progresista logre sobreponerse a la histórica maquinaria conservadora y eurocentrista que dominó por siglos la estructura clerical criticada hasta el cansacio por el fallecido papa latinoamericano.

El contexto geopolítico

La Iglesia no es ajena al los últimos acontecimientos ocurridos a nivel global, marcados por el ascenso de la ultraderecha, el ascenso de las iglesias evangélicas, el declive de Europa y un multiletarelismo creciente. En este marco, el papa Francisco extendió la presencia de la Iglesia católica en el Sur Global con nuevos cardenales. Asimismo, negoció con China y promovió el diálogo con la Iglesia ortodoxa rusa y otras religiones. Entre sus hitos, destacan su mediación entre Cuba y Estados Unidos y reconocer al Estado palestino.

Estas políticas del pontífece jesuista se opusieron a la derecha radical en temas como la inmigración o el cambio climático, posiciones que le valieron ganarse enemigos tanto a lo interno como a lo externo.

De hecho, según describe el periodista especializado en el Vaticano, Vicenç Lozano, en su libro Vaticangate existe un “complot” para manipular la elección del próximo papa que va más allá de la Santa Sede. Según Lozano, el epicentro de la resistencia al papado de Bergoglio está en Estados Unidos, donde además de dinero existe una ultraderecha católica fuerte y organizaciones ultraconservadoras como el Napa Institute reúnen a conocidos opositores de Francisco, como el cardenal alemán Gerhard Müller, el arzobispo Samuel Aquila, de Denver, o el obispo Roberto Morlino, de Madison.

Latinoamérica en la disputa

Latinoamérica aporta 23 cardenales electores (7 de Brasil, 4 de Argentina). Sin embargo ningún nombre de la región suena con fuerza. Para el teólogo argentino Emilce Cuda, esto refleja “una deuda histórica: el Vaticano aún ve al Sur como objeto de caridad, no como sujeto político”. Aun así, la influencia latinoamericana se ejerce desde las bases: las comunidades eclesiales que defendieron derechos humanos bajo dictaduras hoy exigen que el nuevo Papa mantenga el rumbo contra el neoliberalismo y la crisis climática.

Además, consciente de la baja representación del Sur Global, Francisco realizó una serie de movimientos estratégicos para equilibrar el poder interno mediante la incorporación de Cardenales periféricos para desafiar a la iglesia europea más arraigada a la curia romana.

Así, el papa argentino nombró 110 de los 135 cardenales electores que definirán el próximo cónclave. Sin embargo, la unidad progresista no está garantizada y existen posiciones que avalan la doctrina social de la Iglesia impulsada por Fransico pero son conservadores en cuanto a diversas polémicas que atraviesan la institución eclesiastica, como el derecho de los migrantes, el posicionamiento respecto a las diversidades sexuales o, incluso, la importancia que debe tener Europa respecto al resto del mundo.

Los herederos de Francisco

El señalado por la prensa vaticana como quien continuaría más fielmente el legado de Francisco es Matteo Zuppi, arzobispo de Bolonia y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana. Con un historial repleto de hitos de una Iglesia cercana a los marginados, su labor en mediación de conflictos —como sus misiones en Ucrania y Estados Unidos— y su enfoque en migrantes, son considerados como señales contundentes de que Zuppi era hombre de confianza del último papa en temas cruciales. El cardenal italiano encarna la visión de la justicia social dentro de la curia, con una marcada tendencia a desafiar las estructuras tradicionales y promover políticas sociales innovadoras, lo que lo perfila como un fuerte candidato para mantener vivo el proyecto de Bergoglio.

Otro de los favoritos que podrían ser selectos para sostener los lineamientos sotenidos hasta ahora por el Vaticano es el cardenal filipino Luis Antonio Tagle, quien por su procedencia, representa la expansión global de la Iglesia. Nombrado por Francisco, Tagle defiende la justicia social, el combate al cambio climático y la inclusión de comunidades periféricas. Su origen asiático —en un continente donde el catolicismo crece— simboliza la diversificación impulsada por el pontífice saliente. Tagle, con su carisma y enfoque pastoral, podría atraer a electores que buscan una Iglesia más horizontal y menos eurocéntrica, consolidando el giro hacia el «Sur Global».

En tanto, el ala más progresista también podría optar por figuras como la del italiano Pietro Parolin, mano derecha de Bergoglio hasta su muerte y que por sus posiciones más conservadoras podría generar mayores consensos hacia quienes observan aspectos del pontificado de Francisco con cierta reticencia.

En tanto África, con cardenales como Peter Turkson, de Ghana, podrían aportar un matiz respecto a un conservadurismo en temas morales pero una vocación por profundizar áreas como la justicial social, la ecología o el desarrollo humano integral. De hecho, Turkson, aunque nobrado por Juan Pablo II, ocupó un lugar clave durante el pontificado de Francisco como el de estar al frente del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, un organismo creado por el Papa Francisco en 2017 para abordar temas como la pobreza, el medio ambiente y la migración.

El lobby ultraconservador

En tanto, la elección del próximo papa no se restringe solamente puertas adentro del Vaticano y se ha convertido en un campo de batalla geopolítico para la ultraderecha global, que busca un líder eclesiástico alineado con su agenda antimigratoria, anti-LGBT y contraria a las reformas sociales progresistas.

Figuras como Donald Trump, Giorgia Meloni y Viktor Orbán podrían obtener, a partir del cónclave de 2025, una oportunidad para neutralizar el legado progresista de Francisco, cuyas críticas al capitalismo desregulado, su defensa de los migrantes y su apertura hacia la diversidad sexual chocaron frontalmente con sus políticas.

Cardenales conservadores como Raymond Leo Burke (EE.UU.), Gerhard Ludwig Müller (Alemania) y Péter Erdő (Hungría) emergen como pilares de esta corriente, oponiéndose a reformas como la comunión para divorciados o las bendiciones a parejas homosexuales. Su influencia dentro del Colegio Cardenalicio, sumada al respaldo de sectores tradicionalistas, los posiciona como actores clave para un posible giro doctrinal.

Como se mencionó anteriormente, organizaciones como el Napa Institute en EE.UU. y el proyecto Red Hat Report —vinculado a exasesores de Trump— han trabajado activamente para desacreditar a cardenales reformistas y promover candidatos afines. Red Hat Report, por ejemplo, busca «editar» la imagen pública de los electores mediante campañas en medios y manipulación de información en plataformas como Wikipedia, tal como reveló el National Catholic Reporter.

Estas tácticas, respaldadas por figuras como Steve Bannon, buscen asegurar un papa que legitime políticas como el rechazo a migrantes, la restricción de derechos LGBT y el debilitamiento de las agendas climáticas, temas en los que Francisco fue un crítico incómodo para líderes como Trump o Meloni.

Entre los candidatos conservadores con mayor proyección destaca Malcolm Ranjith (Sri Lanka), firme opositor a la participación de mujeres en el altar y defensor de la liturgia tradicional, y Fridolin Ambongo (República Democrática del Congo), quien lideró la resistencia africana contra las bendiciones a parejas homosexuales. Aunque Ambongo mantuvo cercanía con Francisco, su alineación con sectores tradicionalistas lo convierte en un aliado estratégico para la ultraderecha, que busca explotar el crecimiento del catolicismo en África y Asia.

En Europa, Willem Jacobus Eijk (Países Bajos) y Dominik Duka (República Checa) simbolizan el rechazo a cualquier flexibilización doctrinal, defendiendo un catolicismo centrado en la disciplina y la ortodoxia. Muchos europeos quieren elegir a un compatriota como ha sucedido casi siempre antes de Bergoglio, porque significaría un modo de devolver a Europa el poder que tenía en la Iglesia antes de la llegada de Francisco.

Próximos pasos

Según datos oficiales vaticanos, el Colegio Cardenalicio, formado por 252 cardenales, de los cuales 135 son electores por tener menos de 80 años y los restantes 117 no pueden votar por un nuevo Papa ni asistir a la elección.

Sobre el total de 252 miembros, Europa sigue teniendo la mayoría con 114 miembros (17 de los cuales italianos). Le siguen Latinoamérica (40), Asia (37), África (29), América del Norte (28), y Oceanía (4). Esta institución, cada vez más multinacional, son 94 los países representados de los cinco continentes, 13 de ellos de América Latina.

En enero del 2025, los países latinoamericanos tiene 23 electores en el Colegio Cardenalicio: 7 de Brasil, 4 de Argentina, 2 de Mexico, 1 en cada uno de los siguientes países: Chile, Nicaragua, Colombia, Ecuador, Perú, Cuba, Haití, Paraguay, Guatemala y Uruguay.

Sólo después del funeral que se hará el sábado en la Plaza de San Pedro y el entierro en la basílica de Santa María Mayor y algunos días de duelo, se podrá hacer el cónclave, según las normas vaticanas. En tanto, las votaciones no dan resultados inmediatos porque para que un candidato sea elegido Papa debe obtener al menos dos tercios de los votos, es decir un mínimo de 90 votos a favor.

La idea de Francisco al parecer fue la de marcar un camino de apertura de la Iglesia hacia los pobres, las mujeres, los homosexuales, el mundo y la ecología. Y para que la Iglesia pudiera seguir avanzando necesitaba cardenales más progresistas.

Aunque la gran cantidad de cardenales electores nombrados por Francisco tampoco implica que la decisión esté resuelta. Muchos, aunque críticos, priorizan la unidad eclesial sobre agendas políticas. Razón por la cual candidatos moderados como el antes mencionado Pietro Parolin (Italia) o Anders Arborelius (Suecia) podrían actuar como contrapesos, equilibrando tradición y reforma.

No obstante, incluso un papa menos progresista significaría una victoria para la ultraderecha, al silenciar la voz incómoda que durante una década cuestionó su proyecto de mundo.

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