Mujeres que marcaron la historia con su legado

Tegucigalpa, Honduras (5.09.2022).- Un día como hoy, en 1997, hace 25 años, murió la santa fundadora de las Misioneras de la Caridad, uno de los símbolos más fuertes del siglo XX, premio Nobel de la Paz en 1979 y canonizada por el papa Francisco en el 2016.

 

Hoy como entonces, el aspecto maternal de su figura permanece en el corazón y en la experiencia de vida de quienes la conocieron y siguieron su obra.

La Madre Teresa de Calcuta

Tenía una absoluta fe en el poder del amor y la compasión como motores del cambio en el mundo.

A partir de 1955, la Madre Teresa comenzó a dar cobijo a niños huérfanos y abandonados con la inauguración del Hogar del Niño del Inmaculado Corazón, destinado a huérfanos y jóvenes sin hogar.

Después sería el turno del Centro Shanti Nagar, destinado a enfermos de lepra, y de clínicas para la atención médica y la entrega de alimentos a quienes nada tenían.

Una cantidad considerable de hospicios, orfanatos y casas para leprosos se replicaron en toda la India de la mano de la congregación durante toda la década del 60.

Las misioneras de la caridad y sus centros de atención a los más vulnerables se diseminaron por todo el mundo.

Primero fue en Venezuela, en 1965, después en Roma, Tanzania y Austria, hasta llegar a Asia, África, Europa y los Estados Unidos.

A finales del siglo XX, la orden ya tenía 610 misiones en 123 países, que trabajaban en hospicios y hogares para personas con lepra, tuberculosis y SIDA, pero también en comedores populares, orfanatos, escuelas y programas sociales.

La Madre Teresa llamó a la humildad

La Madre Teresa llamó a la humildad, en el marco de su tarea caritativa, como «la madre de todas las virtudes». «Si eres humilde, nada te tocará, ni elogios, ni vergüenzas, porque sabes lo que eres. Si te culpan, no te desanimarás. Si te llaman santo no te pondrás en un pedestal», dijo y elaboró así una lista de formas de cultivar la humildad, destinada a sus compañeras de congregación.

 

Entre sus frases más destacadas, estaba la siguiente: «Las palabras amables pueden ser cortas y fáciles de decir, pero sus ecos son realmente infinitos».

 

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