C8Deportes (12.11.2022).- El Mundial de Catar de este año está a días de su inicio y el evento ya ha generado muchas emociones; como cualquier campeonato de fútbol, es una euforia, sin embargo, en esta edición, resaltan elementos oscuros que han surgido durante su organización y empañan el verdadero significado de este acontecimiento.
Catar 2022, está plagado de muchos abusos en cuestión de derechos humanos de los trabajadores que se emplearon sobre todo en el campo de la construcción, los cuales son originarios de países como India, Nepal y Bangladesh.
“Mi vida aquí, es como estar en una cárcel, el gerente de la empresa dijo que, si deseaba quedarme en Catar, que cerrara la boca y siguiera trabajando”, manifestó Deepak, un obrero metalúrgico.
La mayoría de los ahí trabajan fueron engañados con la contratación en los proyectos de los distintos estadios, sin saber que debían pagar comisiones que iban desde 500 hasta 4 mil 500 dólares a sus empleadores.
Para el jardinero de Bangladesh, Sakib, es un suplicio y que solo Dios sabía que había días en los que no podía seguir adelante y que lo único que lo mantenía en pie, era pensar en su hijo, «Para llegar hasta aquí, debo pagar 4 mil dólares estadounidenses», dio a conocer.
De la misma manera, los trabajadores han soportado condiciones de hacinamiento, de falta de higiene y seguridad en sus alojamientos. Se ha registrado que obreros duermen en literas, en habitaciones para ocho o más personas. A pesar que, el derecho catarí y las normas para la protección de los trabajadores permiten como máximo cuatro camas por habitación y prohíben el uso de literas.
Otra de las mentiras que los jornaleros sufren está relacionada con el sueldo, cuando en sus países de origen les ofrecieron un pago de 300 dólares, pero, al llegar a Catar, apenas les entregan 190 al mes.
El jardinero de la Aspire Zone, Mushfiqur, relató que: “El gerente sólo dijo: ‘Me da igual lo que te hayan dicho en Bangladesh. Cobrarás este sueldo y nada más. Si sigues protestando les diré que cancelen tu visado y te manden de vuelta a casa’”.
Abusos con los sueldos y pasaportes
También, otra de las dificultades para los empleados, era que, en varias ocasiones, los pagos no eran saldados a tiempo, y esto implicaba el no poder comprar alimentos, enviar dinero a su familia y pagar la deuda por su contratación a empleadores.
A pesar de que los jefes estaban obligados a renovar permiso de residencia para sus trabajadores, estos no lo hacían para obligar a quedarse a los empleados, o evitar que se pudiera escapar y no concluir con sus funciones.
Del mismo modo, los contratistas confiscaron el pasaporte a todos los trabajadores. Advirtiéndoles que, si querían salir de Catar, debían conseguir un “permiso de salida” aprobado por su empresa.
Pero, los empleadores solían hacer caso omiso de estas solicitudes, o incluso amenazaban a los trabajadores, diciéndoles que no podían marcharse hasta que terminara el contrato, lo que podría significar otros dos años.
Por otra parte, si los obreros se quejaban de las condiciones o pedían ayuda, normalmente eran intimidados y amenazados por sus superiores.
“Fui a la oficina de la empresa, le dije al gerente que quería irme a mi casa, en mi país, porque siempre recibía la paga con retraso. Me dijo a gritos: ‘Sigue trabajando o no te irás nunca’”, relató uno de los empleados.
Finalmente, una de las empresas que contrataban a los jornaleros para el proyecto del estadio Jalifa sometía a trabajo forzado a los mismos. Quienes se negaban a trabajar debido a las condiciones; estos eran amenazados con deducciones de la paga, o con ser entregados a la policía para su expulsión sin recibir el sueldo que les corresponde.
Fuente: Amnistía Internacional
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