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De la villa a la Catedral: barrios populares dan vida al legado del papa Francisco en Argentina

Redacción teleSUR (27.04.2025).-Ayer sábado todavía permanecían los charcos de agua tras la lluvia de la noche anterior. Junto a la Capilla Virgen del Rosario, comenzaba a acercarse gente.

Es el sector Guemes, una de las nueve localidades que forman el Barrio Padre Mugica. Hasta aquí llegaba Jorge Bergoglio siendo Arzobispo, máxima autoridad de la Iglesia Católica Argentina, luego de bajarse de un colectivo, con su inseparable maletin negro, caminaba diez cuadras de barro para dar una Comunión o un bautismo.

Los porteños recuerdan a Bergoglio recorriendo las calles en transporte público, pero más lo recuerdan en las barriadas populares y villas, donde llevaba su prédica incesantemente. El Barrio Padre Mugica, antes Villa 31, es uno de ellos.

Hay silencio. El padre Nacho sale de un cuartito que hace de oficina de la parroquia. Sandalias, “bombacha de campo” (pantalones tradicionales usados por los gauchos argentinos) y la sotana doblada debajo del brazo, el cura entra y sale y junto a él también entran y salen dos o tres parroquianas. Se pasean, un rato cada una, con un cuadro donde se ve al papa Francisco soltando una paloma con una enorme sonrisa en la boca. El padre Nacho dice que ese gesto era un distintivo de Bergoglio, una insignia.

Además de la capilla, hay muchos pasillos. Ahí donde no entran autos, tampoco ambulancias. También una cancha de fútbol y murales, la mayoría son del Padre Mugica, nunca solo, siempre rodeado de personas.

Mientras el padre Nacho conversa con los presentes, de una de esas calles del barrio llega Marta, una mujer ya mayor de sonrisa fácil, bien arreglada. Cuenta que vino de Bolivia y llegó de joven a la villa. Recuerda los festejos de cuando el barrio supo la noticia de que el nuevo Papa y lo destaca apuntando hacia abajo y frotando con la punta del zapato el mismo suelo que había pisado.

—Hubo mucha alegría —reseña—; él era muy cercano a los barrios humildes y acá la noticia se recibió con bombos y platillos—. Hace memoria: “Recuerdo que esa vez se esperaba a la prensa, pero no vino casi nadie”.

Diego Pietrafesa trabaja desde hace 20 años en el barrio y ayuda en organizar la peregrinación que en minutos partirá a la Catedral de Buenos Aires, donde se realizará una misa homenaje al fallecido sumo pontífice. Él, vincula la indiferencia marcada por Marta de los medios de comunicación a la misma razón señalada por el padre Mugica: “Siempre citan la frase ‘hay que darle voz a los que no tienen voz’, pero él decía, ‘no es que los pobres no tienen voz, el tema es que nadie los escucha’”.

En ese sentido, Pietrafesa destaca que el papa Francisco lo que hizo es amplificar la voz de los más humildes e interpelar tanto a la iglesia como a la sociedad. También realza su labor en el Arzobispado al crear la Vicaría de las Villas.

—Bergoglio puso a los curas villeros dentro de la estructura de la Iglesia, dentro del ámbito de discusión, es como si en el Congreso de la Nación nombraran a diputados villeros, y lo hizo en un lugar de decisión dentro de la institución, no en un lugar testimonial.

Mientras circula el mate, se congregan unas veinte personas frente a la capilla coronada con un pequeño campanario y una cruz de madera. El padre Nacho convoca a la concurrencia, da una pequeña oración y grita «¡Viva el Papa Francisco!».

La misa

La caminata lleva ritmo aunque da tiempo para el mate y la conversación. Hay banderas bolivianas que vienen desde el barrio y también una Wiphala. Cerca de Plaza de Mayo se agrega un contingente con banderas del Hogar Cristo Obrero y pecheras, todas celestes. También un grupo de scouts y ya sumaba unas cuarenta personas cuando se empezó a escuchar la voz del arzobispo Jorge García Cuerva.

Llama a la unidad, porque para un padre “no hay nada que ver a sus hijos separados, a los hermanos divididos”.

Les habla a los miles que participan de la misa en homenaje al Papa Francisco que se hace en paralelo al funeral de Roma. En un altar levantado frente a la Catedral se encuentra la Curia. También la vicepresidenta, jueces de la Corte Suprema, diputados, y senadores; todos con el obligado negro que indica el luto de la ocasión.

Del otro lado de la valla se entrecruzan y se segregan dos mundos: Por Diagonal Norte, procedente de los barrios más acomodados de la Capital, perfumado y renegando del sonido de los bombos de los que están del otro lado, del sur pobre de banderas, remeras con insignias, colores y alegría.

En el centro, una mujer abraza una foto de Bergoglio. Mira la transmisión de la misa en una pantalla conmovida. Con los ojos rebalsados de lágrimas lo recuerda: “era un bonachón, muy humilde, un ejemplo a seguir, lamentablemente fue bastante golpeado, porque se mezcla la política en todo, pero él va a descansar en paz, porque vivió como predicó”.

El camino de Francisco

Antes de terminar la Misa, llaman a dar una caravana alrededor de la plaza, encabezada por un vehículo militar con una gigantografía del Papa, seguido por la Virgen del Luján, patrona de Argentina. Más adelante, en Diagonal Sur, salen al sol ollas repletas de guiso para compartir el almuerzo. Allí empiezan a llegar los curas villeros con sotanas blancas y estolas con la bandera vaticana y la argentina. A los párrocos de los barrios populares los abrazan como si fueran amigos, como si fueran parientes.

Sobre la avenida se empiezan a encolumnar cientos de personas, alejándose de la solemnidad, con ritmo de redoblantes y murgas. Decenas pasan con una bandera verde sobre sus cabezas, alegres, cantan como en la cancha, arengan.

La procesión inicia. Se trata de “El camino de Francisco”, un recorrido por 6 postas del sur porteño símbolos de los excluidos por un sistema a los que Bergoglio dedicó su vida. El padre Nacho cuenta que esta marcha se hará cada año, como un recordatorio permanente del Papa de los humildes.

Pasa por el hospital psiquiátrico José Tiburcio Borda y también por uno de los barrios más pobres de la capital, la Villa 21-24 y finalizará en la basílica de San José de Flores, el barrio donde nació y se crió Bergoglio

Deja en el camino lo que siempre pidió Francisco, “una iglesia en la calle”, con los pastores al frente y el pueblo con alegría y llanto, recordándolo.

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