Tegucigalpa, Honduras (25.04.2025). – Con la llegada de 164 delegaciones y más de 50 jefes de Estado y de Gobierno, entre ellos la Presidenta Xiomara Castro, Roma amaneció este sábado completamente blindada para el funeral del papa Francisco.
El centro histórico está cerrado al tránsito por el paso del cortejo fúnebre, que llevará el féretro desde San Pedro hasta la basílica de Santa María la Mayor.
Roma se convierte hoy en el epicentro del mundo con un despliegue de seguridad sin precedentes, mientras líderes internacionales y miles de fieles acuden a rendir el último adiós al papa Francisco.
El operativo contempla la presencia de 4.000 agentes del orden, respaldados por otros 4.000 voluntarios de Protección Civil, estratégicamente ubicados en los alrededores del Vaticano y en los puntos más sensibles del centro de la ciudad.
El cortejo fúnebre, que recorrerá emblemáticas vías romanas como la galería Príncipe Amedeo Savoia Aosta, Corso Vittorio Emanuele, Plaza Venezia, Foros Imperiales, Via Labicana y Via Merulana, ha obligado al cierre total de calles y al retiro de vehículos, generando un caos en la movilidad urbana.
Para garantizar la seguridad de las delegaciones, se han desplegado francotiradores, escuadrones antiexplosivos, unidades caninas, patrullas fluviales en el Tíber y bomberos preparados para responder ante amenazas nucleares, biológicas, químicas y radiológicas.
La defensa aérea también ha sido reforzada: sistemas antidrones, cazas Eurofighter y hasta un destructor naval frente a las costas de Fiumicino forman parte del cerco de vigilancia. Agentes especializados portan incluso bazucas antidrones, listos para actuar ante cualquier amenaza aérea no identificada.
El dispositivo sanitario en San Pietro incluye 55 equipos médicos, 11 puestos de atención avanzada y 52 ambulancias.
El hospital de Santo Spirito, ubicado a pocos metros del Vaticano, está completamente equipado para atender cualquier emergencia que surja durante la ceremonia.
El último viaje de Francisco hasta Santa María la Mayor, previsto para durar unos 30 minutos, marcará no solo el cierre de una era en la Iglesia católica, sino también uno de los mayores operativos de seguridad que haya vivido la capital italiana en tiempos recientes.
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