Tegucigalpa, Honduras (21.04.2025).- Cansado, con voz débil pero con firmeza en sus convicciones, el Papa Francisco se dirigió por última vez al mundo el pasado domingo 20 de abril, desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, durante la tradicional bendición Urbi et Orbi, en el cierre de la Semana Santa.
Sentado en su silla de ruedas y sin las cánulas nasales que lo asistían con oxígeno, Jorge Mario Bergoglio apareció ante más de 50 mil fieles congregados en la Plaza de San Pedro.
Su rostro, visiblemente fatigado, no opacó la fuerza de su mensaje, centrado en la solidaridad con los más vulnerables y la urgente necesidad de frenar los conflictos armados.
“Cuánta voluntad de muerte vemos cada día en los numerosos conflictos que afectan a diferentes partes del mundo… Cuánto desprecio se tiene a veces hacia los más débiles, los marginados y los migrantes”, expresó el pontífice argentino con tono pausado y emotivo.
Después de la misa, el Papa recorrió la plaza en el papamóvil, saludando a los presentes. Horas más tarde, la cuenta oficial del Vaticano publicaba un mensaje: “Los mejores deseos y bendiciones de Francisco para el mundo”, el último antes de su partida.
Francisco, el primer papa latinoamericano y jesuita en la historia de la Iglesia, falleció este lunes a los 88 años.
Había sido dado de alta el pasado 23 de marzo tras permanecer hospitalizado por más de un mes debido a una severa neumonía. Su participación en la Pascua, aunque breve, fue vista como un signo de esperanza.
“La paz tampoco es posible sin un verdadero desarme. La exigencia que cada pueblo tiene de proveer a su propia defensa no puede transformarse en una carrera general al rearme”, dijo, reafirmando su llamado a la justicia y a la fraternidad universal.
Su última aparición fue, como su pontificado, un testimonio de humildad, compromiso social y esperanza en medio del dolor.
PUEDES LEER: El cuerpo del Papa será trasladado a la Basílica de San Pedro este miércoles para su homenaje
Añadir un comentario