Tegucigalpa, Honduras (18.08.2024).- En una reflexión sobre la situación política de Honduras, Rosario Roíz, técnico en gobiernos locales y exdirigente sindical, abordó en el Foro Libertad y Poder los contrastes del apoyo estadounidense a gobiernos acusados de narcotráfico y las luchas del pueblo hondureño por la dignidad.
Roíz comenzó su análisis recordando cómo tanto Juan Orlando Hernández y su hermano fueron calificados de «conspiradores» por sus implicaciones en el narcotráfico, un hecho que, según ella, no pasó desapercibido para la DEA.
“Es imposible que no lo supieran”, afirmó, subrayando la complicidad de Estados Unidos durante sus mandatos. “Pero cuando el pueblo hondureño empieza a levantarse y a luchar por su libertad, entonces se llevan a ese tipejo”, refiriéndose al exmandatario.
La amenaza latente que siente la población, según Roíz, se manifiesta en los intentos de silenciar voces críticas, como la del general Roosevelt Hernández, quien ha declarado que nunca más habrá un golpe de Estado en el país.
“El pueblo hondureño se merece respeto, respeto a la Constitución y a nuestras decisiones soberanas”, afirmó.
Roíz también planteó la dificultad de esperar cambios radicales en un corto periodo, recordando que “si Dios no pudo hacer la creación en un día, ¿cómo podemos pedir a este gobierno que resuelva en dos años y medio los gravísimos problemas que enfrenta el país?”. Reconoció los enormes desafíos que persisten, derivados de un pasado de violencia y represión.
Refiriéndose a los crímenes de lesa humanidad de épocas anteriores, Roíz denunció el “desaparecimiento forzoso” de cientos de hondureños y centroamericanos, que convirtieron a Honduras en “un verdadero infierno”.
Relató su propia experiencia como dirigente sindical, señalando que fue víctima de un asalto por parte del Batallón Cobra, que buscaba armas en su hogar.
“Mi única arma era el código de trabajo, mi disposición de luchar por los intereses de la clase trabajadora”, aseguró.
Con un llamado a la resistencia y a la esperanza, Roíz reafirmó su compromiso con la lucha por la justicia social y el bienestar del pueblo hondureño, destacando que a pesar de las adversidades, los ciudadanos están cada vez más decididos a construir un futuro digno y soberano. “Estamos en un tiempo de cambio, y el pueblo no se rendirá”, concluyó.
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